En nuestro último post hablamos sobre nuestra colección Gipsynei inspirada en la historia gitana intrínsecamente vinculada a Sevilla y, en especial, al barrio de Triana. Las costuras y el serigrafiado de las prendas únicas, reproducen la bandera gitana, creada en el Primer Congreso Gitano de 1973. En ella se refleja la historia viva de un pueblo nómade, el celeste por el techo del hogar, el verde por el suelo en el que transita con la rueda roja del carruaje en el centro. Pero ¿Sabes de donde surgió el pueblo gitano y como llegó hasta Andalucía? Pues en la rueda está la clave, la bandera gitana fue inspirada en la de la India.
Propio de una cultura exclusivamente oral, no se conoce la fecha exacta del origen del pueblo Rom, pero lo que sabemos es que su punto de dispersión inicial hacia todo el mundo, fue desde el noroeste de la India. Los primeros en llegar a la península Ibérica lo hicieron en el siglo XIV, a través del Condado de Barcelona. Según un documento de 1425, Juan y Tomás condes de “Egipto Menor”, como se hacían llamar, fueron los primeros en obtener un permiso de paso de Alfonso V. De allí el origen de la palabra “gitano” que procede de “egiptano”, porque en aquella época se pensaba que los gitanos procedían de Egipto.
En busca de la tierra del sol, los gitanos llegan a Triana.
Desde allí, los gitanos se desperdigaron por toda España y llegan a Andalucía en 1465, donde hoy en día "no se sabe dónde acaba lo gitano y dónde empieza lo andaluz". Apenas 5 años después llegan a Sevilla, y se asientan en la margen derecha del Río Guadalquivir, del otro lado de la Ciudad amurallada, en el arrabal de Triana.
Aunque la mayoría eran analfabetos, por las características de su cultura oral, tenían un gran talento para oficios y distintos trabajos. La aristocracia gitana se dedicaba a la fragua de metales y la herrería, además de la alfarería, ganadería o carnicería. No nos olvidemos del puerto de Sevilla, donde muchos trabajan en los estibadores. Los gitanos vivían a su bola en Triana, desconectados e aislados prácticamente de lo que ocurriese en Sevilla a donde se cruzaba por el extinto puente de barcas.
Sin embargo, la tranquilidad se terminó en 1749 cuando el rey Fernando VI inicia una persecución de moros, judíos y gitanos por motivos religiosos. De estos últimos, muchos fueron apresados y enviados a la alcazaba de Málaga, otros al puerto de Cádiz a remar en galeras reales y varios fueron encerrados en la ciudad amurallada de Carmona para impedir la expansión demográfica. Pero con Carlos III se da vuelta la tortilla gracias a la bonanza en las nuevas leyes, por lo que regresa la tranquilidad a Triana.
Con el devenir de la industrialización, muchos gitanos se reciclaron y se reinventaron como toreros y cantaores de flamenco, pero lejos estaban de ir al conservatorio a clases de canto. Su escenario de todos los días era el patio de los corrales de vecinos, en la Cava de gitanos, donde vivían varias familias alrededor de un espacio común, lugar natural de encuentro. Allí el crisol de familias fue dando lugar al hoy conocido "arte flamenco” propio de esa cultura.
Sin embargo, a mitad del siglo pasado llegaría un nuevo exilio forzado de los gitanos de Triana. La especulación política y urbanística fueron de la mano, catapultado desde el ayuntamiento que presidía en aquel entonces Hermenegildo Altozano Moraleda. Con la Sevilla intramuros desbordada y, ante la falta de viviendas públicas en condiciones, Moraleda hizo uso del decreto “de los gobernadores”, de 1958, establecido por el gobierno franquista. Con una potestad impune, hizo expulsar a todos los gitanos de la Cava, mediante la Guardia Civil casa por casa. Las viviendas fueron derrumbadas y vendidos los solares a privados.
¿Y qué pasó con los gitanos que vivían allí? La mayoría fueron llevados a las cocheras de los Tranvías en Puerta Osario y al Polígono de San Pablo. Allí surgió entre asentamientos de emergencia y zonas marginadas las 3.000 viviendas. El “justificante” ideológico de semejante atrocidad fue que las familias gitanas se integrarían más fácilmente al ser dispersadas. Lo cierto es que no solo no pasó eso, sino que muchas de ellas, que se encontraron en casas prefabricadas sin agua corrientes ni sanitarios, fueron marginadas de la sociedad. Mientras que en Triana quedó ese vacío que no volvió a ser llenado con esas noches de encuentros, de flamenco, de solidaridad entre vecinos de una integración genuina cultivada durante siglos.
Desde Guasinei queremos recuperar la historia buena del barrio que enriqueció tanto la cultura sevillana. En nuestra colección Gipsynei juntamos lo mejor de cada lugar, Guasinei desde Triana con el algodón 100% ecológico y el diseño más puramente Gipsy. En las 3.000 viviendas realizamos las costuras en conjunto con las trabajadoras de Occhiena, de origen gitano como payo.
Es nuestra forma de establecer ese lazo entre culturas y Triana, barrio folclórico, salseo y de una historia que no queremos que se ignore ni que se repita esas etapas de persecución y exclusión.
SALUD Y LIBERTAD